4/7/09

PROLOGO


La misión del prólogo (otras veces llamado: nota de autor, notas o avisos preliminares, carta al lector…) es invitarnos a abrir la puerta a todo lo escrito que viene después.
Como de vez en cuando sucede con las películas, no queremos saber qué es lo que está por venir o lo que sucederá. Pero la idea de estas palabras preliminares es ponernos en contacto con la experiencia de otros.
El curso de capacitación en literatura que dio espacio al conjunto de escritos que leerá a continuación, tenía como premisa, a ojos del que asistía por primera vez, ponernos en contacto con la tipología textual del micro relato o relato breve. Un tipo de texto bastante conocido para algunos y verdaderamente, ignoto para otros. Reconocidos escritores: Ana María Shúa, Julio Cortázar, Augusto Monterroso, Eduardo Galeano, entre otros, son hacedores de construcciones literarias en las que, con muy pocas, a veces, demasiado pocas, palabras, dicen mucho y nos sumergen en un mundo de perplejidad.
La asistencia a este tipo de cursos, donde se aborda el trabajo desde la experiencia del Taller, nos pone a los adultos en la situación de “enseñados”, de aprendices. ¿Por qué? Porque no se trata solamente de leer textos y después hacer una exposición académica de lo leído tratando de buscar el consenso en lo dicho o la aprobación al sentir que todos lo pensaron o analizaron igual. Es justamente lo contrario. Es leer textos (en este caso, micro relatos o relatos breves) y darnos cuenta que la riqueza está dada por la multiplicidad de miradas con las que nos paramos frente a lo leído. Como debería suceder con nuestros alumnos. Aunque nos de miedo.
La otra mitad de la situación de Taller, es la de ponernos a los adultos en situación de escritura. Tan redundantemente, podemos afirmar que la escritura es una práctica que evoluciona con la práctica. Ponemos a rodar la imaginación, planificamos, releemos, reinventamos, reversionamos, reescribimos. Todos ejercicios que nos enseñan a crecer en nuestros quehaceres lectores y quehaceres escritores.
Trabajo tras trabajo, nos deleitamos con el crecimiento personal y con el de nuestros compañeros. Con la práctica, “ablandamos el ladrillo”.
Los textos que aparecen en esta antología, todos escritos según unas consignas dadas que, de tanto en tanto, parecen cortarnos las alas, pero que en realidad, nos obligan a ser más meticulosos en la búsqueda de lo que queremos decir y en cómo lo queremos decir, tienen como columna vertebral el relato breve. Tipo de relato que con la riqueza de sus palabras, no por ser palabras siempre hermosas sino por mínimas, nos saca de los lugares comunes, nos traspola en los pensamientos, nos genera un quiebre en la mirada. Nos deja la marca de no ser indiferentes ante lo que leemos. Nos obliga a pensar y repensar. Nos pone en un lugar crítico y nos enseña a criticar. Pero con fundamentos.
Invitamos a los colegas y otros lectores a leer esta antología. Para aprender y poner en práctica. Para usar la herramienta del taller. Para perder el miedo a trabajar con la diversidad de pensamientos y miradas. Para disfrutar el trabajar con la diversidad de pensamientos y miradas. Para re-aprender a leer y escribir.
Lucía Ballivián Belloni
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