20/6/09

TP Nº 5 LAS DOS LOGICAS

Escribir un microrrelato de cada uno de estos relatos breves: ¿Por qué hubo quema de brujas y no de brujos? de Ana Maria Bertolini, “Cortisimo metraje” de Julio Cortazar, “La Oveja Negra” de Augusto Monterroso y "Para mirarte mejor" de Juan Armando Epple.

Microrrelatos basados en “La oveja negra” de Monterroso.

Cuando el poeta fue ejecutado por despierto, el juez le dijo que estar despierto es una amenaza al orden social, ahora pasaras a estar dormido, le dijo, dormido como se debe estar, como dios manda, le dijo.
Cada ves que veo la estatua del poeta recuerdo esas palabras, esas palabras de esa justicia equivocada, de esa sociedad equivocada, por suerte hemos evolucionados y éste, nuestro mártir, el poeta despierto, nos despertó de ese sueño de barbarie y nos guía en la senda correcta. Esto me da el animo necesario para hacer cumplir la ley… morirás esta noche, le dije al acusado, morirás por dormido, eres una amenaza social y lo sentencie a la horca.
No me hiere de remordimiento el mandar un hombre a la muerte, cumplir la ley es mi objetivo, justicia es mi objetivo, la sociedad lo demanda y yo duermo en paz.
Raul Sosa

La Oveja Gris
En un lejano país existió hace muchos años una Oveja negra.
Fue fusilada.
Un siglo después, el rebaño arrepentido le levantó una estatua ecuestre que quedó muy bien en el parque.
Así, en lo sucesivo, cada vez que aparecía ovejas negras eran rápidamente pasadas por las armas para que las futuras generaciones de ovejas comunes y corrientes pudieran ejercitarse también en la escultura.
El problema surgió un día que nació una oveja gris. El dilema fue tremendo.
¿ La mataban o no la mataban?. ¿ Y si resultaba ser buena? ¿ Y si era de las mejores escultoras del mundo?.
La Corte Superior Ovejuna decidió darle una oportunidad.
La sentencia fue la siguiente: si esta pequeña oveja gris logra demostrarnos que tiene dotes para la escultura su vida será perdonada.
Dejaron a la pequeña oveja gris con un gran trozo de piedra un martillo y un cincel y le dijeron: - En exactamente dos horas volveremos para ver que has logrado hacer.
Al cabo de dos horas los jueces de la Corte Superior regresaron y quedaron pasmadas al ver la escultura del David de Miguel Ángel tallada por la pequeña oveja.
Obviamente decidieron perdonarle la vida. Es más. Hoy en día es la escultora más importante del mundo.
Las cosas son distintas ahora en el país ovejuno. Antes de ser pasadas por las armas todas las ovejas pasan por la misma prueba que su compatriota gris.
Después de todo hoy las leyes son justas y todas deben tener los mismos derechos, ¿no les parece?.
Magdalena Rodriguez

En un lejano país existió hace muchos años una oveja negra. Fue teñida.
Un siglo después, el rebaño quedó muy conforme con la calidad de la tintura utilizada para esta oveja, todavía seguía blanca.
Así, cada vez que nacían ovejas negras, eran rápidamente teñidas de blanco, para que las futuras generaciones de ovejas comunes pudieran ejercitarse en la estética.
Es así que poseen la cadena más grande y conocida de teñidos de ovejas, y ¿quieren saber algo?: en realidad existen muchas ovejas negras, solo que no las ven porque han pasado por este centro de belleza.
Julieta Merlo

El Director del comando Muerte a la Oveja Negra, agradeció el honor que le hacía el Presidente.
Durante el último siglo había llevado a cabo su función sin titubear.
Jamás le tembló el puño cuando hubo de empuñar un arma para fusilar o una lapicera para sentenciar.
Cierta noche cuando estaba por acostarse vio a su mujer totalmente oscura. La tuvo a punto y disparó.
Ella le gritó:¡NO!
Cuando vinieron a buscar el cuerpo y enceguecerlo los flashes, pudo escuchar:
-¡Qué bonito vestido rojo llevaba puesto!
Él la miró nuevamente. Se había equivocado.
Él no reconocía los colores.
Él vivía inmerso en ése gris mundo de los daltónicos.
Todo son gamas blancos, negros, grises. A lo sumo verdes…
Y, justo en ese momento, como flashes, lo enceguecieron todas las ovejas que había matado.
No eran negras. Eran oscuras.
No tuvo ni una certeza más.
Lucía Ballivián Belloni


Microrrelatos basados en ¿Por qué hubo quema de brujas y no de brujos? de Ana Maria Bertolini

Si, solo mataban brujas, brujos no. Así lo afirmaban viejas leyendas.
Cuando surgió la Imprenta, a fines de la Edad Media, aparecieron publicaciones, acerca de lo que acontecía con respecto a la quema de brujas.
Se leía: “Cientos de Brujas son incineradas en la Plaza Central”.
Las mujeres, que por aquellas épocas eran brutalmente sometidas a la voluntad de los hombres, un día cualquiera decidieron formar una logia, “Las vengadoras”, fue el nombre elegido del grupo. Se juntaban tres veces por semana, o cuatro, se cultivaban en las artes de las brujerías y demás hechicerías, todo con un solo objetivo, encontrar la forma de castigar duramente a los hombres, darles una lección, que jamás olvidarían.
Pasado un tiempo, tras varias charlas debates, seminarios, conferencias, etcétera, a las cuales acudían brujas capacitadoras de otras aldeas y pueblos cercanos, decidieron que la venganza en cuestión, tendría que ver con que los varones, pasaran por alguna experiencia, que solamente las mujeres conocemos.
Acuerdo previsto: Día lunes 22 de mayo, hora 19: 00 , todas las señoras, servirían a sus concubinos, el “Brebaje Correctivo”, una suerte de sopa, aroma y apariencia irresistibles. Las próximas víctimas tomaron con placer indescriptible el “Elixir de la Venganza”.
Meses después aparecieron síntomas del envenenamiento. Náuseas, dolores en zonas abdominales, calambres nocturnos, hinchazón de piernas, y otros padecimientos.
Panzas crecían, dentro de las mismas algo estaba vivo.
Sin previo aviso, ni juicio, para poder defenderse, brujas fueron secuestradas y arrojadas a las llamas.
El pueblo, y aldeas aledañas, sin población femenina, hasta que nuevas vidas nacieron, algunas de ellas, futuros centros de la revancha que se tomarían los varones, por haber sufrído el despecho femenino.
Guillermina Sofía Limonta

¿Será porque puedo engendrar hijos y ellos pueden ser como yo?
Pero sin un hombre no los podría concebir.
¿Será porque soy libre de ir donde quiera y no estoy enclaustrada en un monasterio?
Si yo quisiera vivir con ellos para adorar y aprender de su Dios no me dejarían.
¿O será porque ayudo a muchas mujeres que tienen temor de traer a este mundo dominado por hombres una hija mujer?
Espero que en el camino a la hoguera alguien me lo pueda explicar
Martin Bustamante

Como siempre, la culpa es de las mujeres.
Si la comida no esta rica, si la casa no esta limpia, si la ropa no esta planchada.
¿Acaso los hombres no tienen manos para hacerlo ellos solos?. No, cierto que solo las tienen para manejar el control remoto.
Y no crean que esto es noticia nueva, claro que no, viene desde antaño, donde la culpa de todo era de las brujas y no de los brujos.
Ellas eran las causantes de todos los males. Si no prosperaba la cosecha, si no llovía por meses, si no nacían sanos los niños, la respuesta era siempre la misma: - ¡ Fueron las brujas !
Cada vez que algo de esto sucedía se prendía una gran hoguera y cuanta bruja era encontrada se convertía en cenizas.
¿Quieren saber por qué no estaban sus fieles maridos brujos para defenderlas? La respuesta es muy simple, la quema era siempre los domingos cuando ellos estaban en la cancha del pueblo viendo algún partido de fútbol.
Y si... los brujos no eran quemados porque nunca hacían nada, ni siquiera defender a sus mujeres.
Magdalena Rodriguez

¿Por qué, si había brujos, se les endilgaba sólo a ellas una supuesta comunión con el Diablo?
Y esa pregunta que me hizo un día mi hermana en sangre, mientras me llevan atada de pies y manos y con una letra escarlata sobre mi pecho, me taladra el alma. Me suena como canto de sirenas. Como embrujo del cual no puedo escapar.
Ésa noche, cuando el reverendo se fue corriendo de mi cama después de haberme recorrido como si fuera una Biblia, chupándome por los bordes, fue la noche del fin.
Él lo descubrió (y me cubrió). Llegaba de trabajar en la mina todo el día. A mí me gustaba el color negro. No el de su cara si no el de la sotana.
Por gozar y gemir, me llamaron “bruja”, “hereje”, “hechicera”.
No por clavarle en el centro de su corazón esa cruz de infierno.
Me alegro de verle la cara a Dios.
Llegué al Paraíso por haber matado a su cordero infiel.
Estoy más viva que nunca.
Eso ellos no lo saben.
Lucía Ballivián Belloni

Microrrelatos basados en Cortisimo metraje” de Julio Cortazar

Primero sentí su mirada que se me clavaba en la espalda, luego la punta del cuchillo en la cintura, un brazo me rodeo por los hombros y una vos grave y cruel dijo: ¡si gritas te mato!, alguien que cruzaba la esquina en ese momento miro con curiosidad, mi vos y mi llanto fue tapado por su vos ¡no llores, no grites, te mato! mientras la punta pinchaba, su mano apretaba mi hombro y me guiaba, brusco, hacia la oscuridad de la noche y de mi vida, el alguien que cruzaba la esquina se fue nomás, como se me fue la que fui hasta ese momento. Su mirada se cruzo con la mía y en la oscuridad pude ver ese fuego atroz que me miraba detrás de sus ojos. El golpe que me llego de sorpresa en la mejilla izquierda me tiro al piso, ¡¡¡no grites puta por que te matooó!!! El llanto me venia cortado ¡mamá!¡papá!¡Carlos!¡ayúdenme!...me dio vuelta en el piso, mi mejilla se raspaba contra la vereda, su mano fuerte en mi nuca prisionera… el dolor del desgarro que me produjo su sexo me paralizo el corazón, el tiempo paro, no fui mas yo, no fui mas nada, me despertó su grito de placer o de guerra, que invadió la noche e invadió mis sueños, luego se fue, pero yo no me di cuenta que se fue, no se cuanto tiempo estuve tirada, mirando el adoquín de la calle.
La denuncia en la comisaría nació sin pies y en el hospital me curaron todas las heridas menos una, doy gracias por esa herida…sí, doy gracias por ella…doy gracias por que esa herida permanezca hasta hoy, esa herida es mi demonio y mi dios, es mi fuerza y mi justicia…
He elegido la 22, porque la 22 es liviana, fácil de llevar y de cerca es la mas eficaz, con los primeros preferí a 30 centímetros de la cien o la nuca, pero ahora prefiero que me vean a los ojos, de frente y me supliquen mientras sus órganos sexuales desaparecen por las balas y que se desangren lentamente gimiendo, llorando, eso me gusta, ellos expían sus pecados, yo…yo soy su ángel, su juez…soy una gata solitaria en medio de la noche.
Alguien me levantará en su coche esta noche, alguien lleno de lujuria y perversión… seré su ángel, su juez…permiso, voy a prepararme para la ocasión…
Raul Sosa

Las distancias en la patagonia son muy grandes, largos trechos sin vida con un paisaje austero y hermoso. Treinta kilómetros lo separaba a Luís de su pequeño pueblo en esa fría noche. Al estar más de cinco horas haciendo dedo sin éxito, enorme fue su alegría al ver que un auto comenzaba a bajar la velocidad para llevarlo. Mucho mayor fue la sorpresa cuando descubrió que una hermosa mujer iba a ser su eventual chofer. Ella comenzó a darle charla y lo que al comienzo eran palabras inocentes y rutinarias, fueron transformándose en conversaciones obscenas. El no tuvo reacción cuando la mano de ella se poso sobre su rodilla y comenzó a subir lentamente, y se quedo sin palabras al ver que el auto tomaba un atajo en el oscuro bosque. Pensó que estaba viviendo la mayor fantasía de un hombre pero había algo que no le gustaba, que lo incomodaba. El auto seguía con rumbo incierto al igual que sus pensamientos. No tenia novia por lo cual no iba a poder ser acusado de infiel, pero lo incomodaba estar obligado a hacer algo que no quería. Pensaba que si se bajaba del auto en este momento tampoco iba a ser el fin del mundo o la muerte de nadie. Pero se imaginaba las burlas de sus amigos acusándolo de cobarde, lo cual podría tomarlo en broma. Pero también pensaba que si no hacia lo que tenia que hacer, el rumor sobre su dudosa hombría correría en el pueblo mas fuerte que el viento sur. Cuando el auto finalmente paro en las entrañas del bosque, Luís no desafió a las normas sociales e hizo lo que tenia que hacer, y paso lo que tenia que pasar.
Martin Bustamante

Automovilista en vacaciones recorre las montañas del centro de Francia, se aburre lejos de la ciudad y de la vida nocturna. Muchacha le hace el gesto usual del auto-stop, tímidamente pregunta si dirección Beaune o Toumus. En la carretera unas palabras, hermoso perfil moreno que pocas veces pleno rostro, lacónicamente a las preguntas del que ahora, mirando los muslos desnudos contra el asiento rojo. Al término de un viraje el auto sale de la carretera y se pierde en lo más espeso. De reojo sintiendo cómo cruza las manos sobre la minifalda mientras el terror poco a poco. Bajo los árboles una profunda gruta vegetal donde se podrá, salta del auto, la otra portezuela y brutalmente por los hombros. La muchacha lo mira como si no, se deja bajar del auto sabiendo que en la soledad del bosque. Cuando la mano por la cintura para arrastrarla entre los árboles, pistola del bolso y a la sien. Después billetera, verifica bien llena, de paso roba el auto que abandonar algunos kilómetros más lejos sin dejar la menor impresión digital porque en ese oficio no hay que descuidarse.
El auto: sin llaves, éstas aprisionadas en la mano del dueño, no las larga, “rigor mortis”. Busca tijera, encuentra tenaza, una “guantera bien surtida”, quizás mecánico.
Dedos de mierda, no aflojan ¡Las llaves!
Se escuchan: sirenas, camiones, cámaras ¡Todo se pudre! Aparece constancia de inscripción Dakar.
Guillermina Sofía Limonta

Puede salir corriendo sin escándalo y sin camino.
Entonces empieza a correr y en la primera zancada, hunde el pie en un fango marrón cuasi líquido cuasi verde. Lo mira y le dice: ¡qué asco! Sigue corriendo. Empieza a tararear una canción de la infancia “Al din don de la poli, politaña, un camión que viajaba por España…” Sigue corriendo. Empieza a desvestirse. El saco de piel sintética, la musculosa rota de antes pero tan a la moda, el corpiño, la minifalda, esa tremenda minifalda que le desnudaba los muslos en el auto, tira el zapato (el otro había quedado en el fango). Sigue corriendo. Va gritando, cantando, riendo. Sigue corriendo y, de repente se acuerda. Se da vuelta y lo vuelve a mirar. Él también está corriendo. No la corre a ella. Está escapando de su marido. ¡Hay que joderse, se acabó!

Lucía Ballivián Belloni

OTRO ROUND
Mañana del 6 de febrero de 1999. Cyntia peluca rubia anteojos negros piel muy tostada. Salió de la cabaña que había alquilado con Oscar antes de que empezara la temporada veraniega, en una de esas ciudades serranas cercanas a los arroyitos, el verde, los pajaritos que buscan ejecutivos, empleados medios y altos de las megas corporaciones. Allí siguen haciendo negocios.
Estacionó el auto azul modelo 98. Caminó hasta el camino de los artesanos, recorrida siempre por los arriba mencionados en busca de algún objeto para etiquetar mostrar olvidar.
Un tipo de mediana edad, de los que están solos (quizá para hacer un alto en tanta agenda familiar) subió a su 4x4 para retomar la ruta. Cyntia se le acerca pasás por Santiamén, sí, podés alcanzarme, subite.
La mini se Cyntia se deslizó lenta por el asiento delantero, olor a lavanda qué bueno, te gusta, sí, me llamo Walter, Eva, la serpiente manzana pecado paraíso perdido, sí rió Cyntia y su mini.
Cigarrillos música bebidas frescas en la 4x4. Cyntia fumaba se reía tarareaba.
La 4x4 salió de la ruta, no es Santiamén, no pero te va a gustar el lugar. Risitas de Cyntia,
un bosque aún muy verde, sólo cotorras calandrias jilgueros. Mano de Walter busca la mini debajo, no quiero, sí querés putita. Abre la puerta y empuja. Cyntia salta, gira, el bolso, una pistola 9 milímetros. Un cuerpo y sangre en el bosque.
Cyntia fue con la 4x4 hasta Aleluya. A Oscar, el tipo se quiso pasar le disparé, otra vez nos vas a complicar. Taller mecánico, nuevas patentes y papeles en orden.
Además, este oficio requieren siempre comisarios amigos.

ULTIMO ROUND
Mañana del 6 de febrero de 1999. Buenos Aires, partido de San Fernando. Una villa. En el número 57 de la calle General Pinto, esquina French, entraban dos patrulleros: En el móvil 12.179 el sargento Héctor Eusebio Sosa, alias "El Paraguayo", y los cabos Gabriel Arroyo y Juan Gómez. Y en el 12.129, el cabo Ricardo Rodríguez y Jorgelina Massoni, "La Rambito"
El sargento Héctor Eusebio Sosa, entra a la casa, patea la mesa donde estaban escondidos los jóvenes, con su pistola 9 milímetros apunta. Un grito: –¡No tiren, nos entregamos! "No, no, no". La pistola 9 milímetros lo fusila.
Comenzó a llover. La noticia corrió por las villas cercanas. A la media hora casi mil personas rodeando a ese chico muerto con la cara destrozada, y ciento cincuenta uniformados. Llegaron los carros de asalto, la infantería, el Grupo Especial de Operaciones, los perros rabiosos de la bonaerense, los escopetazos policiales.
Una chica de la villa: "Justo donde estaba había un agujerito y pude ver cómo lo sacaban y cómo los hijos de puta se reían y gozaban de lo que habían hecho. Los vigilantes lo sacaron destapado, como mostrándoselo a todo el mundo... no lo sacaron como a cualquier cristiano. Yo lo vi, vi las zapatillas que en la planta tenían grabada una "v" bien grande."
Víctor Manuel “El Frente” Vital. En los cuatro últimos años había vivido del robo, lo que obtenía lo repartía entre la gente de la villa: los amigos, las doñas, las novias, los hombres sin trabajo, los niños. “El Frente”, santo laico.
De: “Cuando me muera quiero que me toquen cumbia”, Cristian Alarcón
Alicia N. Lorenzo

Pobre mujer
Durmiendo en su cama, una noche de verano, estaba Alfonsina. La ventana quedaba abierta para que le entre un poco de aire a su cuarto. Ella vive en Francia, lejos de la gran ciudad. Alfonsina no tiene madre ni padre, ellos la abandonaron cuando era un bebé, tampoco hermanos, apenas sabe de un tío, pero este la desprecia. Esta mujer a su despertador lo programa de madrugada, cerca de las 5 de la mañana.
Medias de red negra, remerita escotada y minifalda, este es el uniforme que ella todos los días se pone para trabajar. Además de todo esto lleva algo necesario: un arma, fue lo primero que compró cuando empezó a trabajar de esto.
Ella había escuchado por la radio, sobre una violación y el asesinato de una joven prostituta, ocurrido cerca de su casa, es por eso que tomó la decisión de comprar el arma. Además de esto, Alfonsina se había informado sobre las características de este asesino, color de su auto y patente.
Ya parada en la carretera, observa a un automóvil, le hace el gesto usual de auto-stop. Al subir al auto, este enseguida se desvía de la carretera y se pierde en lo más espeso, ella tiene terror.
Unos minutos después, junta valor y le pega un tiro en medio de la sien, sabiendo que había hecho justicia y el asesino no iba a volver.

Julieta Merlo

Relato accidentado
Lindo día. Chica nueva en escuela entra con confianza. Tropieza con escalón de entrada. Trata de disimular. Chicos se ríen.
Acerca tímidamente a oficina de director. Presenta y pide instrucciones. Rompe florero de codazo. Director no a gusto.
Chica nueva sonrojada dirige hacia aula de clase. Choca con chico hermoso, es mirada con cariño.
Llega a aula. Trata de sentarse y cae de silla. Risa general de grupo. Chico hermoso se acerca para ayudar. Sigue mirando con cariño.
Clase de biología. Chica nueva rompe vidrio de microscopio. Para prevenir enfado de profesora, chico hermoso oculta problema.
Chica nueva y chico hermoso salen de clase. Chica nueva tropieza con escalón otra vez y casi cae. Chico hermoso ataja, da abrazo y beso.
Chica hermosa sonrojada feliz de primer día. No importa haya sido accidentado.
Magdalena Rodriguez


Sobre texto de Castañon: “un día llegue de noche al pueblo…”

“no te justifica señor juez el haber encontrado tu alma, ni las leyes que defendiste te justifican, ni la sociedad que te aclamó, ni siquiera…ni siquiera las razones que tu intelecto esgrimieron para justificar tus actos. No, no te salva el no haber tenido alma en esos momentos. Eres las ejecuciones que tu pluma firmo, eres los desahuciados que no defendiste, eres el hambre y las lagrimas que ignoraste de buena fe. Ahora que tienes alma caminaras por la vida con el peso de tus acciones sobre ti, juez…tu alma es tu juez, eres responsable hasta el ultimo aliento de tus acciones y tus palabras, ahora vete.”
Esas fueron sus ultimas palabras y me dejaron ir, luego de esos extraños sucesos, he vivido con la conciencia al acecho y si bien no pude remendar mis errores pasados, hice lo posible en el transcurso de estos años, por que mi alma y mi conciencia decidan en mi vida el camino, hoy ese camino me puso del otro lado de la justicia que un día abrace, del sistema que un día defendí y aunque hoy los grilletes que arrastro me pesen, camino hacia el patíbulo por primera vez como un hombre libre…ya la muerte no me asusta, el alma esta conmigo…
Raul Sosa


Microrrelatos basados en "Para mirarte mejor" de Juan Armando Epple

Caperucita en rojo
Fui tuya unos instantes y todavía siento que te pertenezco. En ese momento te hice pocas preguntas. Me respondiste de manera increíblemente ingenua.
Yo ardía. Vos pensabas en otra cosa.
Entre las piernas todavía siento un enjambre furioso. Pero lo único que recibí de tu parte fueron pobres, débiles jugos gástricos. Ni daño me hicieron.
Ese día no entendiste nada y me figuro que seguirás sin entender. Tus ojos no cambiaron. Tu mirada tampoco.
Yo sí cambié. Con los años preferí bestias sin vueltas. Preferí alimañas sin sutilezas antes que animaluchos de medio pelo. Pero te lo repito: todavía te pertenezco. Podés hacer conmigo lo que quieras, con o sin capucha, con o sin sábanas. Cerca o lejos de los caminos, en los yuyos o en el dormitorio. No me importa.
Respondeme.
Tuya. C.
Rodolfo Mendizábal

Caperucita, el lobo y el hombre.
Hay lobo, lobo, el mismo bosque, la misma senda, hoy que te busco para mitigar la soledad ¿Dónde estas?, ¿serás este sin dientes, encorvado, sin pelos? Ya no causas miedo, solo afecto…ven, siéntate a mi lado ya que por fin nos entendemos…¿si nos hubiésemos entendido antes?...
Los veo de entre los arbustos, están sentados, hablando en vos baja y suave, alguna risa de ves en cuando, el canto de los pájaros y el choque de las ramas por el viento esconden el ruido de mis pasos en la tierra, me acercó lentamente por detrás, los años de perseguirlo me enseñaron el silencio del asecho, también me convirtieron en lobo, por fin lo encuentro con la guardia baja, mi mano empuña con destreza la empuñadura, el hacha que se eleva, el filo cae pesado sobre su cráneo, el golpe seco, la muerte rápida, la sangre que corre por el piso y salpica la cara de horror de ella que se paraliza en un grito que no sale. Yo canto victoria, el hombre a vencido, el bien a vencido.
Ella llora.
Raul Sosa

Aunque te aceche con las mismas ansias, rondando siempre tu esquina, hoy no podríamos reconocernos como antes. Tú ya no usas esa capita roja que causaba revuelos cuando pasabas por la feria del Parque Forestal, hojeando libros o admirando cuadros, y yo no me atrevo ni a sonreírte, con esta boca desdentada.
Lo último que supe de ti, es que te habías puesto de novia con Pinocho, ja, que tipo chamuyero ese, seguro te hizo el verso del “Príncipe Azul” y te conquistó.
Tengo curiosidad, mmm, que habrá sido finalmente de ti, ya sé te buscaré en el Facebook.
Lobo viejo, sentado frente a ordenador, inicia su búsqueda. Como dicen por ahí, “El que busca encuentra”.
Había fotos ¡Pero estaba igual que siempre! ¿Cómo puede ser? ¡El tiempo no ha pasado para ti!
Foto en la playa, bikini amarilla, cintura de avíspa, trasero de manzana.
Lobo piensa: ¡Quiero verla! Pero mi foto da lástima. Arrugado, poco pelo, el aspecto voraz ya no está. Ya sé, Fotoshop, me ayudará.
En la foto el lobo volvía a ser un veinteañero, viríl, espalda ancha.
Mail va , mail viene, llega el día del gran acontecimiento.
La cita era en la casa de la abuelita, deteriorada, plantas descuidadas, olor a humedad, muebles despintados, aunque la magia aún se podía percibir.
Llega Lobo primero, espera, ansioso, prende cigarrillo, da vueltas, la ve caminar, llegar, aproximarse. Caras enfrentadas, expresiones de desilusión, lo visto en las imágenes virtuales, no era lo esperado…
Guillermina Sofía Limonta

Viejo fané descangayado, solo flaco desteñido, dos cuartas de cogote
cascajo,
una percha como pilcha
chueco
bajo la nuez
deshecho

Lobo desdentado / ciego / cuero picoteado / sordo / vestido de pebete / tartamudo
Roja mi caperuza te conquistó
roja mi caperuza te relamió.
Recuerdo cuando piantaste al leñador
y con mi abuela te diste un atracón

Hoy tengo mi caperuza desteñida
Mis dientes no son blancos
Ni de mi boca salen palabras finas
Hay luna
Juguemos en el bosque
Ya queda poco de vida.
Alicia N. Lorenzo

Caperuzota y el lobo
Y así todo terminó. Ya no piensas en mi como lo hacías antes, auque me ponga la caperuza que de hecho esta llena de pelusas, no estas más pendiente de mi, ni de mis pasos, esos que te hacían desearme, anhelarme. Ahora tengo 50 años y por un par de cirugías he pasado. Labios carnosos, pechos voluptuosos, pelo amarillo y sedoso, hasta un par de kilos más podrías saborear, sin embargo muy viejos estas.
Cuando tiembla la tierra ¡BUM, BUM, BUM!, es porque ella se acerca, no para de provocarme, no se da cuenta que ya no me atrae. Lo que más me da asco es cuando viene salticando, esos dos melones se le van a ir de las manos y esos labios que por mil bocas han pasado, ¡hajjjjjjjj! Es verdaderamente un asco, pobre del chabón que se la este morfando.
Ella no es como antes, angelical, eso si que era sensual y me hacia desvelar, no paraba de idear planes para poderla atrapar.

Julieta Merlo

“Aunque te aceche con las mismas ansias, rondando siempre tu esquina, hoy no podríamos reconocernos como antes. Tú ya usas esa capita roja que causaba revuelos cuando pasabas por la feria del Parque Forestal, hojeando libros o admirando cuadros, y yo no me atrevo ni a sonreírte con esta boca desdentada”…
…que deja escapar aire entre sus huecos.
Vuelvo a la 25ª edición de la Feria.
Ha pasado tiempo. Nos han convocado. Mis ansias se cumplen.
Te veo llegar y mi corazón revuela mi propio cuerpo.
-¡Hola! – dices sin temerme esta vez.
-Hola. –digo temblando.
-¿Ahora eres tú el que me tiene miedo?
-Jamás.-niego rotundamente.
-¿Entonces por qué te turbas, transpiras, resoplas, tiemblas…?
-¡Hoy como ayer sigo temblando por tí! Porque el amor sigue congelado desde ese instante en el que, suplicando, me pediste que no te comiera si no que te besara.
-¡Ay, Lobo! ¡Qué tiempos aquellos! ¡No me bastaba con volver loca a mi madre, vivirla a la abuelita! ¡Encima quería practicar tooodo tipo experiencias, transgredir todas las reglas! ¡Estaba harta del cuento de hadas!
-Pero, ¿entonces…?
-Entonces, nada. Tú caíste en la trampa. ¡Pobrecito! – y se fue moviendo ese culo tremendamente rojo y masticable.
Por un momento, la verdad, hubiera preferido la otra hacha certera. La del leñador.

Lucía Ballivián Belloni

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