20/6/09

TP Nº 8 ESTRATEGIAS DE DISTRACCION

A partir de una escena con una estrategia de distracción escrita por un compañero, desarrollar una escena.


"Un jugador que está por tirar el penal que puede darle el campeonato a su equipo está pensando en el tráfico y embotellamiento que habrá en el obelisco si acierta con el tiro".

El silbato del referí suena por enésima vez en la tarde. Los incesantes chispazos de flash se repiten, y todos parecen apuntar al pobre infeliz que lleva la camiseta número 8 y corre por el terreno de juego desde hace más de dos horas. La suerte está echada y dentro de unos instantes habrá desconcierto o habrá eterna gloria. Sin otra opción.
El empate no sirve. El campeonato se obtiene sólo si se gana. El reloj corrió por toda la tarde pero ahora se detuvo. Recuerdos de Borges tirado en un sótano y espiando el rincón que todo lo abarcaba. Y de pronto aquello que parecía difícil se esclarece con asombrosa simpleza. La pelota está sobre la marca, pero es más una marca de asfalto céntrico que un punto penal. El área grande se parece notoriamente a la playa de estacionamiento que está entrando por Carlos Pellegrini esquina peatonal Lavalle. La misma área chica es una cochera del estacionamiento. El ángulo del córner, obvio, señales para los peatones. Y los banderines… ¿qué les pasa a esos banderines? ¿Acaso no tendrían que tener una E grande en el medio? ¿No deberían decir hay lugar? Y ese muñeco que se mueve y agita los brazos por obra y gracia del motorcito que tira aire… Hay lugar. 7 la hora o fracción. Tolerancia 10 minutos. Ese rectángulo aquí nomás… ¿Será donde se saca el ticket? Y la gente del fondo, la gente que va y viene, grita y se empuja, mira y grita, aturde, irrita… ¿qué hacen? Cruzan avenida Corrientes y se amontonan entre Diagonal y la boca del subte. Se amontonan porque vuelven del trabajo… ¿O están festejando? ¿O están gritando? ¿Qué gritan? Un nombre, varios nombres, nombres conocidos. Banderas con colores conocidos. Más banderas, más bocinas, más flashes, más ruido. Un nombre, varios nombres. Nombres y colores conocidos.
Y el silbato sonó por enésima vez en la tarde.
Rodolfo Mendizábal


“El carnicero escucha la sierra sin fin que suena fuerte, que roe al humero de su mujer. Ella mira, mientras tanto, esa mosca que siempre ronda.”

El ruido de la sierra siempre la había molestado, sin embargo ahora que estaban cortando su humero, lo que mas le molestaba era la mosca que rondaba impiadosa sobre la sangre que chorreaba en la mesa y que gotita por gotita formaba un charco en el piso, esa sangre aun caliente, quizás eso atraiga a la mosca, pensó o será ese olor dulzon , ese olor a muerte que tanto le gustaba a ella, ella confiaba en la destreza de su esposo, su mano hábil había cortado tantos pedasos de carne humana que podría decirse que eso era lo que mas amaba de el y este era su humero, de ella, podía ver la delicadeza con que el cortaba justo debajo del hombro, lento, en un ir y venir suave de la sierra, cuyo sonido ya le parecía un canto de amor, todo esto la conmovía hasta las lagrimas cuando de repente volvió a aparecer la mosca, esta ves se paro en el brazo, cerca del codo y comenzó a caminar despacio parándose deves en cuando, saboreando la carne recién muerta, era verde, grande, de ojos oscuros, fríos y al caminar podía verse una especia de sustancia pegajosa que no era sangre, sino algo así como un liquido blancuzco y transparente que dejaba como una huella al caminar, aunque no podía dejar de ver a la mosca le llego desde lejos lo que le estaba diciendo su esposo: “cuando no me importa lo que hago lo hago al tun tun, pero cuando me importa lo hago con delicadeza, hasta diría con amor” y la miro con pasión, mientras el serrucho estaba terminando su trabajo, “ mira, le dijo el, que derechito esta saliendo, ¿ves?” y mostrándole el brazo ya cortado “ va a estar para chuparse los dedos esto, mira que hermoso humero, mira estas arterias y estos músculos” , ella pensó que su esposo era un artista, suerte que encontraron este tipo haciendo dedo en la calle, yo quiero el humero le dijo ella, esta bien, yo me quedo con el resto, dijo el, se entienden a la perfección, se aman tanto, son tal para cual, lastima esa maldita mosca asquerosa.
Raul Sosa


"Un joven deportista está por ganar una copa en esgrima, y se distrae con una mariposa".

La mariposa, con sus bellos colores, con todo su esplendor, lo que hubiera sido una verdadera fiesta para mis ojos, no hizo más que clavarse en medio de mi sensibilidad, como casi lo hace el florete, minutos antes.
Ya no me interesan los aplausos de la multitud, ni el preciado trofeo.
Soy niño, vitrina de madera, en su interior bellos ejemplares: Niña celeste, Comarca, Mariposa Cleopatra y Mariposa Apolo.
Ellas se ven reflejadas en mis pupilas, chillido de puerta que se abre, papá entra, furioso dice: - ¡ Sos un aputasado! ¡Eso es cosa de niñas! ¡Me avergüenzas!
¡Crash! Pedazos de vidrio desparramados por la habitación.

Guillermina Sofía Limonta


"Un monje medieval tiene que oficiar como sacristán en un oficio religioso importantísimo. El relato se concentra en sus penurias dentro de la abadía".

El pecado

Justo hoy me tenía que pasar esto. Justo el día en que tengo que oficiar la misa de despedida al cuerpo del Padre Genaro, el más puro, el más noble de toda la comunidad.
No me voy a perdonar jamás esto. Se que él no lo hubiera permitido. Me hubiera acusado de deshonra y me hubiera hecho dejar los hábitos.
Nunca en mi vida me imaginé capaz de semejante atrocidad, de tan enorme salvajada.
Mi ojos recorren la Biblia. Mi boca repite las palabras del Salmo. Pero mi mente sólo puede pensar en eso.
Sólo puedo pensar en que dentro de la abadía yace el cuerpo sin vida de la sobrina del Padre Genaro y con ella nuestro hijo en su vientre.

Magdalena Rodriguez


“El padre se va de la casa. Las discusiones con su esposa no se toleran más. Se despide de su hija menor, la que, indiferente lo saluda. No habla, no llora, ella no puede despegar la vista de su perro”.

Mientras se mastica el labio inferior. Lo saborea. Saborea la sangre seca del golpe que vino de la mano de su madre. Esa bruja opresora que insulta y denigra.
Piensa que si tuviera valor, se iría también.
Pero en los ojos de su perro que nunca se comprenden, ella queda inmersa. No tienen profundidad, se encienden en la noche. Atravesados por haces de luz, devuelven una fosforescencia inexplicable.
Su padre cierra la puerta y ella perdió su última sombra.

Lucía Ballivián Belloni


Yo estaba muy tranquila en la góndola del supermercado conversando con mis amigas, entre ellas se encontraba: UNIÓN, ella es la intermediaria de neutras peleas y discusiones, no soporta vernos intercambiar palabras subiditas de tono ni un segundo.
También estaba ANDRECITO, con las chicas nos volvemos locas cada vez que lo reponen, para colmo no se que es lo que hace, para mi es ejercicio, cada vez viene más grandote.
En un rincón, algo alejada y seria, estaba AMANDA, ese día estaba por demás de misteriosa y cortante.
Yo que soy gaucha noble o NOBLEZA GAUCHA, como me llaman los muchachos del super, la quise integrar al grupo, pero estaba por demás de amarga y ni me contestó, se dio vuelta y se puso a conversar con la negra VIRGINIA, ella no es de nuestra clase, pero los cortaditos con los que conversé me dijeron que era piola.
Ese día se acercó una mano delgada, con las uñas pintadas de rojo, era la mano de una joven que rondaba por nuestros paquetísimos cuerpos, por suerte se decidió por Amanda.
Al otro día, creo que era martes, vino el muchacho a reponer compañeras, nosotras ansiosas esperábamos a algún Andrecito que nos de pelota.
El muchacho viene siempre con su radio, es por eso que tenemos la posibilidad de enterarnos algunas cositas. La radio dijo ese día: “Perrita caniche sorprende a joven Argentina trasladando cocaína, hacia Paraguay, en un paquete de yerba”. Pueden creerlo era nada más y nada menos que la porquería de Amanda, resultó que además de ser vieja y fea, era narco.

Julieta Merlo

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